Nunca en mi vida he sito tan franca
Sobre el 8M, la lactancia y el gustito de quemarlo todo
Resulta que mañana es 8M y tenemos un sabor a hierro en la boca. Esa ilusión con la que otros años preparábamos la fecha, ni está ni se le espera.
Pero yo soy como los salmones que nadan cuando la corriente es más fuerte en contra, yo nunca he sentido el feminismo quemándome tanto como desde que soy madre.
De eso hace un año y medio.
Un poco más … desde que supe que tendría una hija.
Cuando me lo dijeron automáticamente pensé en todas las cosas que serían diferentes en nuestra vida. Todos los procesos injustos por los que pasaríamos al vivir en un sistema engrasado para invisibilizar la importancia del dolor que causa ese mismo sistema. No contra algunos, contra la mitad del mundo.
No paré de trabajar hasta el mismo día del parto y lo que me ocurrió en ese hospital marcó mi carácter y mis luchas futuras. Mucha violencia, mucho abuso y la sensación de que no podía ocuparme en el momento más vulnerable de mi vida de dar un paso al frente.
Cuando L. llegó nos enfrentamos a situaciones de complejidad construida. Si no tienes información las cosas siempre se vuelven más complejas y dañinas de la cuenta. Los postpartos están plagados de esto.
7 personas -no formadas- me dieron 7 versiones distintas del problema.
Nadie entiende por qué hay tanto rollo con la lactancia hasta que le sube la leche:
¿Por qué tanta historia?
¿Qué complejidad puede tener un bebé enganchado a una teta?
Pues prefiero tenerte que explicar cómo se produce la física cuántica que todas las cosas que pueden salir en ese proceso.
Es algo delicado hasta el extremo de lo que nadie se ocupa. (Y de esa desesperación vemos como padres desesperados compran la hora de una asesora de lactancia a 400€, imagina la falta que hace aquí que alguien formado te acompañe en el proceso.
Hoy, más de año y medio después sigo dándole pecho a mi hija. Gracias a mí y nuestra fuerza.
La maternidad y el feminismo viven en el mismo engranaje.
Pero como siempre cuesta poner en el centro lo importante.
Las que somos madres transitamos una soledad que nos abruma porque no tenemos red (El 85% de nosotras según el estudio de 2024 de Malasmadres).
Lidiamos con una conciliación que es un término inventado para no nombrar nada porque la conciliación no existe, como no existen tantos de los problemas que tenemos porque no tienen nombre, ni investigaciones que arrojen luz.
Porque los que no los tienen, deciden decir que no existen para nadie.
No estamos divididas, estamos exhaustas.
No nos falta ilusión es que nos la aniquilan con cada nuevo decreto ley o con cada “exageradas”.
Pero si no podemos luchar desde la ilusión lucharemos desde otros lugares. La rabia es un lugar hermoso para el cambio.
Un motor potente que si no has descubierto, el día que se encienda todo, podrá recorrerte una oleada de caluroso placer.
De la rabia sabemos mucho las madres, somos valiosas en la lucha.
Hoy una de esas amigas de siempre que la maternidad ha convertido en hermana me dijo:
De todos los que son en clase solo dos han ido de morado.
Imagina la falta que hace que volvamos a sentir que esto va de vivir mejor, de respeto, de que cuando te digan que vas a tener una niña no te recorra sudor frío por la nuca.
Soy optimista. No creo que estemos retrocediendo, al empujar fuerte hay una fuerza en oposición pero hoy sabemos más de cómo trazar el mapa.
PD: Quiero dejar a mi hija un mundo que no sé si es posible pero desde luego, vale la pena por cambiar lo que esté a nuestro alcance y por asaltar lo que nos quede más lejos.
Nunca en mi vida he sito tan franca como en estas líneas. Me cuesta porque sé lo que me juego. Pero la valentía es un bien necesario para que las soledades sean compartidas.
El mundo necesita más niñas, como la pequeña L., que tengan una madre como tú.